28 mar 2007

EL MAGICO PRODIGIOSO

Entre las columnas, más que filas, de la Anarcotiranía (pues aspiramos a elevarnos sobre la masa y no a extender su rastro) otorgamos el título honorífico de fascinarka al militante que se distingue por su inteligencia como hechicero de la noluntad. (*)

Fascinarka es un vocablo deliberadamente confuso creado con el gusto de proponer no un oxímoron de garrafón, sino un despliegue vectorial de significados. Su interpretación más obvia lo asocia con fascismo y anarquía, suena a anarcofascista, pero etimológicamente hemos querido derivarlo de fascinum = encanto y de árche = mando. El resultado es un cruce semántico que aglutina el poderoso encanto de la fascinación con el fascinante encanto del poder en los atributos del sujeto que ha sido reconocido fascinarka por sus camaradas.

No se puede encorsetar al fascinarka en el burdo papel de tecnócrata de causas marginales; tampoco en la vulgar arrogancia del cabecilla avispado o del abusón. Antes que nada, se trata de alguien que está preparado para conseguir lo que quiere porque ha conseguido un refinado dominio sobre la plasticidad de la experiencia humana. Su perfil no es tanto una versión nihilista del liderazgo como un saber imponerse desde dentro hacia fuera. Es un príncipe en estados de conciencia que puede transferir su mundo psíquico y logra algo más valioso que la obediencia ciega: la ligadura del encantamiento, una adhesión despierta. Sin embargo, atendiendo a la inestable naturaleza de las jerarquías espirituales, el privilegio nominal de fascinarka se extinguirá cuando quien lo ostente no sea capaz de mantenerse a su propia altura. Dura, por tanto, lo que el embrujo dura.

(*) Véase el apartado "Imperativo Noluntario o Dictadura de la Noluntad" en el TERCER MANIFIESTO DE ANARCOTIRANÍA