10 jul 2012

RECUERDA, GUERRERO

Si el cuerpo te pide comisaría, tu salud está a salvo de colaboracionismo. En la guerra, como en el amor, la neutralidad no existe y la lógica del mal menor, tampoco: ambas componen el baremo por el que se miden las batallas perdidas en el campo de la docilidad que la demagogia propagandística suele vitorear como paz.

Proclamarse neutral en medio de la lucha favorece al bando vencedor, y todos los vencedores hacen esclavos cuando se cansan de fabricar muertos. En cualquier fase de la contienda, creer la información suministrada por los que te quieren vencido supone una aceptación psicológica de la derrota.

Acostúmbrate a tener enemigos, contra ellos aprenderás a establecer el valor de tu entereza y a ser mejor amigo de tu verdadera vida, la que no quiere el alambre de espino de los límites económicamente dictaminados.

Recuerda por último, guerrero, que el arma más peligrosa eres tú mismo una vez has decidido desprenderte de los escrúpulos que te impedían dibujar el miedo en el rostro de tus ofensores.