20 jun 2012

LOA A LOS YAYOBOMBAS

De la esperanza de conocer un futuro mejor depende la sumisión del presente, pero no hay signos en el mundo actual que justifiquen esa ilusión. Todo está perdido, luego todo está por vencer. No hay más que lo que hay, y la salida que alivie este exceso de presión sobre los pueblos no hay que encontrarla en el orden establecido, sino provocarla con el caos que se confía a lo irreprimible una vez ha superado el hechizo de pavor que todavía nos ata al sistema impidiendo romper a sangre y fuego los últimos baluartes de su poder, para nosotros vestigios humeantes...

¡Qué formidable favor prestarían a sus más lozanos coetáneos y a sus descendientes los ancianos que, hastiados de lo poco que les queda por vivir y abocados a extraviarse en el rastro ya difuso de lo vivido, se decidieran a honrarnos con un suicidio al modo de esos monarcas asiáticos que al morir llevábanse consigo lo más granado de su corte! Por cada abuelo dispuesto a inmolarse, podríamos quedar exonerados de la indeseable presencia de directivos financieros, ministros, magistrados supremos, militares de alto rango, líderes sindicales, periodistas mamporreros, especuladores bursátiles, jerarcas eclesiásticos, policías corruptos o engendros regios. Como acto final de la voluntad, ¿puede haber decisión más digna de alabanza que sustituir el pañal al que suele sentenciar el envejecimiento por un cinturón de explosivos? Nunca la senectud será tan grande como al querer desaparecer haciendo desaparecer con su abrazo libertador al negrero.

Por tradición se nos recuerda que "a rey muerto, rey puesto", aunque la ciencia nos advierte que el órgano crea la función, no al contrario, y la experiencia adquirida nos ha llevado a la sensatez de prescindir de la necesidad de ciertos órganos y, por tanto, de sus funciones históricas. El antagonismo sin rendición de los yayobombas intervendría en la presente coyuntura como una causa biológicamente útil a los sucesores que desean organizarse con estructuras sociales más vigorosas y satisfactorias, sencillas en la gestión de los recursos a la par que inteligentes para formular su soberanía evolutiva.

17 jun 2012

EL DESPEJO EN SU PUNTO DE HEROICA INSUMISIÓN

Como quiera que las instituciones que garantizaban la ilusión del contrato social han perdido su poder de convicción dejando al descubierto la mezquindad de su naturaleza represiva, y se da la concurrencia favorable de que existe en los individuos más pujantes una mentalidad madura para sembrar un cambio sustancial de régimen, debe forzarse la mutación política que se resiste a aceptarlo antes de que la estructura del montaje nos masacre al caer por su propio peso. El carácter amotinado de este movimiento ha de ser violento por necesidad, puesto que nace irrumpiendo desde la raíz la costra purulenta del pasado contra la momificación mental obligatoria planificada por el fascismo financiero como único modo aceptable de supervivencia.

Armados de una fiera elocuencia como parte irrenunciable de nuestra acometividad, queremos marcar la diferencia entre asestar el golpe de insurgencia que postulamos, y esos golpes de Estado amañados desde arriba a fin de que nada sea abolido tras la desesperación generalizada, que es el proceso de salvación del oprobio en el que están complicados tecnócratas y demócratas en la actualidad con una invitación abierta a sus respectivos frentes de tabulación nacional.

Abandonemos de una vez las nauseabundas exequias de la modernidad por obra de una anarquía con Estado y de una tiranía sin dominación.

16 jun 2012

EL DON DE MATAR

"No hay un arma de tu voluntad individual que, manejada por otros, no se vuelva inmediatamente contra ti".
Raoul Vaneigem
Tratado del saber vivir

A cada insidia su vara de insolencia. Cuando la dirección impuesta a los acontecimientos hace de la sociedad un lugar donde es imposible vivir dignamente, exterminar a los opresores ya no es un crimen, sino un acto de generosidad derramada. 

11 jun 2012

ESPAÑAR

Figura retórica de amplia difusión mediática acuñada por las autoridades económicas para designar por su contrario a un fenómeno de consecuencias sociales indeseables, como cuando a un secuestro masivo se lo llama "rescate". Si dada la extremada susceptibilidad de su contexto de aplicación el recurso se revela inverosímil, suele optarse por otra frase de apariencia puramente técnica o neutral, como "provisión de liquidez financiera".

2 jun 2012

ARQUITECTURA ELEMENTAL DE LA DISIDENCIA

Entendemos la disidencia como el arte de manifestar públicamente el desacuerdo radical entre el criterio propio y las tendencias instaladas en la sociedad que tratan de presidirlo, rebajarlo o desactivarlo atribuyéndose el monopolio de la legitimidad para crear sentido. Dada la gravedad del disentimiento que la parte dominante empieza por negar con el disimulo de tolerarlo, no cabe una reconciliación entre los oponentes, tan sólo la necesidad de introducir un margen de separación que experimenta en primer término el discrepante (de ahí que la etimología de disidir sea dissidere, ‘sentarse lejos’), seguida de un enfrentamiento explícito al que lo empuja la fuerza de las circunstancias cuando no logra construir un escenario alternativo para vivir la divergencia según las normas del pensamiento sobre el que se sustenta. Es preciso aclarar que esta contienda no es una declaración de guerra, sino la respuesta a una situación preexistente de adoctrinamiento y manipulación categórica que no admite enmiendas en su ámbito de poder, que se extiende de lo ideológico a lo religioso, de lo económico a lo político, de lo transnacional a lo local y de lo estatal a lo privado.

Hemos puesto el énfasis en el significado creativo de la disidencia porque, como toda disciplina artística, tiene la vocación de transfigurar con su mirada las realidades con las que se relaciona, así como una estrategia que combina el talento personal con la práctica encaminada al perfeccionamiento de las técnicas, soportes y conocimientos que maneja. La disidencia supone un compromiso virtuoso del disidente frente a las exigencias alienantes del sistema, y como el sistema es totalitario en el ejercicio extralimitado de sus funciones, el carácter antagónico de su obra crítica también debe serlo, sin olvidar que toda actitud inconformista que quiera organizarse contra sus adversarios debe contar con dos fundamentos: voluntad de rechazo y voluntad de destino. Veamos los trazos esenciales de cada una:

1. Voluntad de rechazo 
1.1 La mentalidad disidente no se limita a reformar las reglas de juego, piensa y quiere otro juego: opera mediante conceptos revolucionarios. Su rechazo del sistema es completo, no admite reajustes parciales que, con razón, interpreta como una componenda en beneficio de lo establecido. 
1.2 Cualquier concesión al contrincante debe ser planteada como una maniobra para aprovechar la fuerza del contrario facilitándole un simulacro de confianza que le haga bajar la guardia y, así, poder estudiarlo desde cerca hasta encontrar el momento propicio para sorprenderlo con un ataque certero. 
1.3 La disidencia es la expresión más selectiva del descontento y, por ello, se trata de un frente minoritario. Sus integrantes deben saber que sólo contarán con escasas oportunidades de éxito cuando el caos social sea máximo y la masa sea receptiva para asumir lo inadmisible.

2. Voluntad de destino 
2.1 No basta con combatir al enemigo común, toda la potencia de la disidencia será insuficiente mientras no exista una comunidad interna de valores fundados sobre sentimientos sólidos que vayan más allá de las emociones reactivas, y por otra parte justas, como la revancha política.
2.2 Todo camarada, antes que cómplice, debe ser hermano, y esto por dos motivos: uno táctico y otro psicológico. Por un lado, es más difícil dividir a una familia unida que a un grupo de adeptos; por otro, no es posible que los guerreros saquen lo mejor de sí mismos si no disponen de un clima de regeneración afectiva definido por la confianza mutua.
2.3 La hermandad debe regirse por ideas que no se agoten en la aversión al enemigo exterior y puedan, por tanto, aprovechar los vínculos compartidos como un denominador de entereza en la adversidad. La lucha es más vehemente y se ejecuta con menos temor a las represalias cuando se apoya en la afinidad de un parentesco que en objetivos abstractos, como el triunfo de una creencia, o puramente materiales, como la obtención de una recompensa.

En realidad, más que el razonamiento único inculcado por el sacramento comunitario de la mansedumbre, coexisten varias versiones uniformadoras de razonar que se disputan la primacía cultural de la cautividad humana, pero todas ellas inspiran disidencia a quien sabe pensar por sí solo.