30 ene 2013

VUESTRO ESTADO, NUESTRA PRESA

Mientras haya usurpadores, mientras no sea nuestro, el Estado será el enemigo contra el que entrenarse cada día, pero así como embravecerse tonifica cuerpo y mente cuando se tiene un antagonista merecedor de tal nombre, la furia no debe cegarnos acerca de su verdadero valor: el problema no es el Estado en sí mismo, sino su odiosa subordinación a los gobiernos que sucesivamente lo explotan como una bestia insaciable al servicio de sus intereses particulares, entre los cuales está muy presente la destrucción de lo que somos para librarles de lo terribles que podemos ser.

Yerra el tiro quien condena de forma taxativa las funciones del Estado por las malas artes de quienes lo manejan. Para ilustrar esta objeción, pensad en lo absurdo que sería proceder del mismo modo calificando de perversidad al equipo de herramientas que emplea un mecánico indigno de confianza siempre que demuestra su impericia para reparar una avería o aprovecha la ocasión de una ventaja dando por legítimo el fraude de una labor que no ha hecho. El Estado es un instrumento polivalente dotado de infraestructuras que pueden organizarse bajo criterios de eficiencia pragmática o, en el peor de los casos, obedecer a veleidades ideológicas que lo conviertan en una factoría terrorífica; sería fácil impugnarlo reutilizando el argumento que nos lo presenta unido inseparablemente al desastre recurrente de intervenir como el medio de dominación predilecto para materializar las pretensiones autoritarias más detestables. El desafío no radica en cómo destruirlo, misión de lo que ya se encargan por codicia sus actuales legatarios y prestamistas. ¿No sería más lúcida, prometedora e, incluso, antes que estimulante necesaria la iniciativa de conquistarlo desde los cimientos a la cúpula, extirparle sin miramientos todo aquello que le sobra (como la sarna de la clase política) y reemplazar sus precarizantes sistemas de representación por órganos directos de gestión cooperativa que garanticen la participación de sus asociados tanto en la toma de decisiones como en sus inversiones?

7 ene 2013

CISMÁTICA

Nada valioso se concibe sin ruptura. El deber de un individuo cuyos puntos de vista sobre el mundo en vez de conducirlo al aplauso de sus congéneres lo alejan del pastiche humano, es volverse aún más radical.

Si lo normal es dejarse embaucar por un modelo prefabricado de felicidad, aceptamos ser acusados de farsantes por haber sobrevivido intactos, todavía, al asiduo enojo de nuestras herejías. Y en absoluto podemos negar que estemos hechos de un barro más puro que aquellos a quienes despreciamos. Puede, incluso, que estemos definitivamente equivocados, pero tenemos algo mejor que la razón de nuestra parte: tenemos el arte de ser más y menos que animales discordantes, tenemos la certeza indescriptible de ser unos monstruos que gustan de ver las cosas tal como son: tan insufribles, que sólo lo increíble puede tener éxito.

No estamos aquí no para que nos sigan, sino para que nos persigan.