15 may 2013

DE LOS FÓSILES MENTALES

A los derrotados desde dentro solo les queda voluntad para atormentarse: no permitas que te traten como a uno de ellos, tu ventaja es que aún no has dicho la última palabra.

Hay quienes ni por decreto reiterado de desventura llegan a captar que toda medida de reajuste económico obedece a una corrección de contenido ideológico que empieza por el maltrato laboral, prosigue con la desmotivación civil, inculpa con sarcasmo de la malversación a los colectivos que más la padecen y se propone el adoctrinamiento punitivo en la necesidad de una mayoría que, ruidosa o silenciosa, termina contaminándose moralmente por la exposición permanente a las campañas de intoxicación mediática. A esos agonizantes de credulidad que aplazan la sedición con la esperanza delirante de remontar el estado de necrosis social e incluso alegan causas de interés general para justificar, por activa y por pasiva, el sacrificio a los manijeros de turno, debemos recordarles que su silencio es cómplice, que su complicidad no los exime de pensar por sí mismos y que sin ellos (o contra ellos) nos sobran razones para armarnos de locura.

Si el caballo quiere, el jinete cae.

1 may 2013

SIN RENCORES

"Dadme un megatón y moveré el mundo".
Eva Hammer
La logia de los desterrados

Nos han educado para cebar el miedo en sus más vergonzosas facetas, reprimiendo las expresiones de cobardía en uno mismo en vez de aprender a transformar el vigor original que las anima en la forja de un carácter. Desde edad muy temprana se asume como un rasgo inmoral e indeseable objeto de castigo la capacidad de inspirar pánico, que aparece desestimada siempre que puede ser empleada en legítima repulsa. Hoy, Día del Siervo, los humillados y ofendidos por la hegemonía de los mezquinos podríamos habernos congregado en masas de encapuchados cuyo anonimato facilitaría atentar contra la autoridad sin temor a represalias concretas, liberando la carga de la responsabilidad individual en la euforia colectiva de una violencia bien conducida hacia un chivo expiatorio elegido según sus virtudes catárticas, cuales son las halladas en los capos del gobierno y de la banca, a la par que en el clero y la realeza al completo.

Cuando se ha dado más de lo necesario a quienes solo merecen desprecio; cuando se ha entendido al fin que la única opción honrosa es negarles el tributo que exigen sin haberlo ganado, toda la generosidad se reduce a corresponder cada gesto despótico con una hostilidad libre de rencores donde quepa, sin embargo, el ejercicio selectivo del horror en su función correctora, ejemplarizante. En franqueza, no aplaudimos el espectáculo de bajas pasiones que puede llegar a ofrecer el populacho rabioso, pero su furia desatada nos parece un síntoma inevitable bastante menos insoportable que la avidez incurable de sus líderes.

Puesto que la rebelión implica tácitamente una toma de conciencia seguida de voluntad de superación, en una granja no puede haberla, lo que allí prevalece por antonomasia es un estado de regresión que embrutece a sus cautivos generación tras generación. En consecuencia, con los artífices de la regresión social que ahora padecemos como un nuevo proyecto económico de granja no bastan los escraches: mejor sería hacer escabeches, que en última instancia servirían para demostrar mediante su refinada exhibición culinaria el potencial civilizador de los insurrectos... ¡Para que luego digan esos arribistas de la agitación, que con sus típicas aprensiones pacifistas nos consideran poco más o menos que bestias!