27 ago 2013

EL ENEMIGO AL MANDO

Si aplicáramos a la casta política y sus compinches financieros el mismo sistema de costes y beneficios que predican, habría que despedirlos de inmediato e inhabilitarlos de forma permanente para cualquier puesto de responsabilidad como medida cautelar antes de emprender una persecución judicial acusándolos de haber conspirado con todos los medios a su alcance contra los intereses de la empresa que los contrató, y puesto que esta empresa no es otra que la nación, no estaríamos hablando solamente de falta de productividad ni de actos delictivos causados por negligencia temeraria, incumplimiento del deber, desfalco o sabotaje, sino de un crimen doloso de alta traición contra el que no caben atenuantes. Por tanto, además de tener ocupaciones contraproducentes a la par que improductivas, saqueadoras en vez de corruptibles, ilegítimas aunque legislen y prevaricadoras so pretexto de gestoras, la casta política, al amparo de sus compinches financieros, representa para el país donde medra un asedio constante que se ejerce desde dentro de sus fronteras.

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