16 oct 2013

PANOPSICOSIS

Te cercenan, te observan, te succionan y te expelen; somos vectores biológicos, naturalezas mortecinas, trabajo de campo, repositorios reemplazables de energía. Que intervengan o no contra tus intereses privados hasta que el procesamiento pecuniario te convierta en un homínido residual ya no depende de si les gusta o les plantea problemas lo que haces con tu vida; el estándar establece que serás un objeto de deseo competente mientras puedas materializarte en el deseo de sus objetos. Pura obviedad.

De las tecnologías táctiles actuales pronto daremos el brinco —un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para el sistema— a una generación de dispositivos cibernéticos manejados por el usuario con el pensamiento, que quedará alineado con la máquina por adaptación. La inteligencia artificial penetrará en la natural, a la que terminará fosilizando por suplantación, y casi todos, ricos y pobres, querrán asimilar la experiencia por el despliegue de magníficas prestaciones conseguidas, para no sentirse involucionados respecto al vecino o por el hábito de gestionar en un adminículo portátil hipereficiente lo que no se atreven a confíar a su cerebro. Con ello, la humanidad correrá anhelante desde el presente estado panóptico mundial, al que empieza a estar habituada, al acoplamiento encefálico teledirigido. Despidámonos de las membranas cognitivas que solo podía horadar el bombardeo subliminal: el acceso a los contenidos mentales del sujeto y la programación remota de los  mismos serán funciones integradas.

Creemos que nuestra especie no merece someterse al mal gusto de ser lobotomizada en aras de su proyección hacia una perpetuidad modulable según el capricho ordenador de la élite. Para nosotros, que carecemos de importancia pero estamos dispuestos a demostrar que más vale ser objetivo que cobaya, la grandeza del bípedo desplumado reside en su capacidad para resetearse o desaparecer con elegancia, tal como surgió del fango, sin dejar huella...

9 oct 2013

ACTUALIDAD DE LA DESOBEDIENCIA

Consciente de las penalidades que acarrea la insumisión, comentaba Henry David Thoreau en su célebre ensayo sobre la desobediencia civil: "Si rechazo la autoridad del Estado cuando me presenta la factura de los impuestos, pronto se apoderará de lo mío y gastará mis bienes y nos hostigará interminablemente a mí y a mis hijos. Esto es duro. Esto hace que al hombre le sea imposible vivir con honradez y al mismo tiempo con comodidad en la vida material". Para sobrellevarlo, recomendaba "vivir independientemente sin depender más que de uno mismo, siempre dispuesto y preparado para volver a empezar y sin implicarse en muchos negocios", a lo que nosotros añadiríamos "convenientemente armado y entrenado, sea para repeler las presumibles agresiones por sorpresa, sea para inspirar al enemigo la conveniencia de negociar antes de emprender un ataque", pues cada día nos empujan hacia esa ruptura sin consenso ni conciliación en la que el individuo ha de valerse, en primer término, por lo que valen sus insobornables furias.

Cuando uno contribuye fiscalmente a su propio escarnio sabiendo que a cambio de esos servicios públicos que no recibe o se le restringen de forma alarmante paga por mantener los vicios privados de todos los gobernantes que no ha elegido, la objeción de conciencia contra la irresponsabilidad de las autoridades es el único camino coherente, aunque deba recorrerlo en solitario y sufra el acecho de los salteadores burocráticos, que tienen reconocida por ley la patente de corso ejecutiva contra la razón que con excelentes argumentos impugna a los poderosos señalando tanto la miseria de sus excesos como el desenfreno de sus faltas.

18 sept 2013

GRUÑIDOS

Pocas cosas soliviantan tanto y con razón como sentirse clavo bajo martillo ajeno. A la desesperada, quien menos tenga que perder en esta falsa tregua social será el que pueda sostener combates más vigorosos e irreductibles en la guerra real subyacente.

Deberíamos particularizar la rabia y el descontento contra los responsables visibles de la apisonadora política, hacerles sentir pavor hasta en sueños cada vez que se dispongan a ejecutar una decisión gravosa, devolverles la precariedad que nos imponen con un encarnizamiento perfilado a la medida cual ejercicio de traducción simultánea a ese lenguaje atávico, transversal a partidarios y detractores, que todo el mundo entiende. Probablemente no sea la reacción más inteligente, pero es la pirexia que necesitamos para recuperar la vitalidad.

31 ago 2013

CONTRA LAS TIBIEZAS

"Más vale ponernos en lo peor enseguida —respondió el ingeniero— y reservarse solo la sorpresa de lo mejor".
Julio Verne
La isla misteriosa

Todo individuo reconciliado con su buena conciencia se declara tácitamente enemigo de sí mismo y partidario del control humanitario del pensamiento. No hay que estar en paz con nadie, ni con los fantoches propios que se asumen como roles ni con los fantasmas ajenos que impone la convivencia; no hay que solidarizarse con nada, ni con la naturaleza ni con la cultura, ni con la bondad ni con la maldad; no hay que entregarse sin combatir, ni a los riesgos de la libertad ni a las seguridades de la servidumbre, ni a los simulacros que tomamos por realidad ni a las realidades que simulamos devolver domesticadas. Y que no nos vengan con el cuentecillo de que la pasividad de los hombres justos pone el triunfo en bandeja a la injusticia, pues el justo, al igual que el malvado, busca la salvaguardia de sus intereses particulares, que pueden ser tan triviales como preservar la estabilidad de un patrimonio, o de índole más intangible, como la imagen que pretende proyectar de sí mismo incluso ante el espejo, para lo cual necesita víctimas, las que produce y le proporciona el culpable.

Allí donde se vaya, existe una perfusión de teatralidad que mantiene en alza el mito de los valores civilizados para que los cadáveres que se amontonan en las vías y colmenas urbanas puedan creerse en pie, representando que no lo son, sobre un común denominador de orden expuesto en la galería universal de los horrores como la referencia suprema donde se tolera todo a condición de que nada pase, y la estasis social se distrae con filigrana de cambio, como en esos anuncios que se cuelan sin haberlos pedido repitiéndose hasta el vómito o en las guerras relámpago de especulativa espectacularidad donde los malos son siempre otros, los otros sin los cuales no somos uno. Es así como se crea el sentido del sinsentido con la desgracia, la miseria y el sufrimiento extremo por varita mágica de un mundo que ha perdido la fe en aquello que no puede comprar ni tirar cómodamente a la basura: para eso se ha inventado el reciclaje, del que seres y enseres participan a la mayor gloria de la celosa sostenibilidad.

Aunque deseable, la solución final ya no es necesaria porque estamos instalados en ella de mano de la cirugía virtual de la identidad y del negocio blanqueado de los afectos que son la pauta en el espacio profiláctico de mentalidad unificada patrocinado por Potus y sus filiales internacionales, cuya democrática misión consiste en enseñarnos a interpretar quienes somos. ¿Quiénes? Uno de nuestros asesores literarios lo plasmó a la perfección en un epitafio que, traducido del francés, venía a decir "ustedes están vivos porque nosotros nos hacemos los muertos".

¿De qué sirve el derecho a la vida si no se respeta la soberana locura de ponerla en juego? Hemos sido sacrificados vilmente, arrojados a las escombreras de la historia antes de estrenarnos, así que nada podemos perder si en adelante, cada vez que alguien exhorte a la penitencia, saltamos sobre él para robarle el corazón de la caja de caudales donde lo encierra. Mejor fuera de la ley que fuera de juego.

27 ago 2013

EL ENEMIGO AL MANDO

Si aplicáramos a la casta política y sus compinches financieros el mismo sistema de costes y beneficios que predican, habría que despedirlos de inmediato e inhabilitarlos de forma permanente para cualquier puesto de responsabilidad como medida cautelar antes de emprender una persecución judicial acusándolos de haber conspirado con todos los medios a su alcance contra los intereses de la empresa que los contrató, y puesto que esta empresa no es otra que la nación, no estaríamos hablando solamente de falta de productividad ni de actos delictivos causados por negligencia temeraria, incumplimiento del deber, desfalco o sabotaje, sino de un crimen doloso de alta traición contra el que no caben atenuantes. Por tanto, además de tener ocupaciones contraproducentes a la par que improductivas, saqueadoras en vez de corruptibles, ilegítimas aunque legislen y prevaricadoras so pretexto de gestoras, la casta política, al amparo de sus compinches financieros, representa para el país donde medra un asedio constante que se ejerce desde dentro de sus fronteras.

18 ago 2013

EL GENIO DE LA GUERRA

Todo gobierno que no pueda justificarse ante sus ciudadanos es un usurpador y combatirlo, por tanto, una tarea heroica que reviste atributos de prueba espiritual: hay que emprender la rebelión con la altura moral necesaria para que los luchadores no se conviertan, a su vez, en usurpadores movidos por la tentación autoritaria, el afán de ostentar o la complacencia en la comodidad.

Siempre hay dragones que vencer para alcanzar la liberación, pues cada oportunidad de batalla lo es también de superación o de caída.

20 jul 2013

DE BUENA LEY

Cualquier criminal necesita coartadas; si el criminal es poderoso, las suyas se escriben con letra de ley, en la que se diluyen a lo largo de las generaciones sus aspectos más nefandos, volviendo aceptable a ojos del común lo que dudosamente pudo parecerlo en principio. Con independencia del sentido utilitario de algunos reglamentos, a los que no nos referimos, la culminación de la fuerza malhechora del potentado es que el sometido llegue a confundir sus intereses con los suyos. He ahí su peor crimen, haber borrado el rastro de sus móviles.

Hay mentes tan mínimas, tan inflexibles y estrechas, que no dan cabida para distinguir legalidad de legitimidad, como si una medida gubernativa, al estar respaldada por la legislación, fuera justa por sí sola o preferible, en su defecto, al riesgo de exponerse a un cuestionamiento general de la autoridad. Será por aquello de que las cabezas se reducen a escala en función de su proximidad numérica, aunque algo tendrá que ver en esta miniaturización de los cerebros la emasculada costumbre de aceptar como un estado normal lo que constituye una situación de excepcionalidad en el funcionamiento del Estado. Y todo Estado, desde su origen, implica aberraciones contra sus súbditos que se recrudecen al entrar en decadencia, como les sucede en el presente a la mayoría de las naciones. No hay circunstancias atenuantes para explicar el proceso. Más que asistir a la agonía del Estado del Bienestar, fase publicitaria de su desarrollo esforzada en lustrar limosnas, constatamos la maduración de su envilecimiento como Estado del Deterioro.

Cuando las leyes suscitan más problemas sociales de los que pretenden resolver y cada modificación  de su engendro doctrinal añade una caricatura democrática al repertorio de la dictadura que, sin embargo, no basta para generar consenso ni compensa la devaluación popular; cuando la justicia sólo muestra su eficiencia anulando los delitos de los sumos impostores que ascendieron sobre la ruina de muchas familias y las formas más insultantes de extorsión se imponen bajo el fingimiento de la austeridad; cuando los derechos civiles revelan como nunca la farsa que siempre han sido, salvo que se entienda por tales la obligación de participar en el espectáculo de humillarse ante los caciques financieros, y comportarse como un ciudadano de orden equivale a servir de cómplice a los que han logrado establecer colonias a expensas de las infraestructuras públicas, sea desmontándolas, pervirtiéndolas o transfiriéndolas a su patrimonio personal; cuando estas y otras irregularidades están a la orden y en el orden del día, ponerse fuera de la ley supone un deber para el individuo que quiera mantenerse el respeto a sí mismo. Un hombre de categoría puede perderlo todo, menos su hombría; incluso si por ella se ve impulsado a avanzar más allá de los confines humanos, hacia la indómita periferia que no teme volverse truculenta marginalidad.

El modelo de futuro próximo, diseñado hace largo tiempo, está listo para ser implantado. Para ello, se impone el requisito de reducir por asedio las poblaciones de los países que crecieron amamantadas con una prosperidad de bajo coste en la creencia, cebada por los medios, de que sus prestaciones constituían un proyecto irrevocable, la cara verdadera de la realidad. Las esperanzas motrices de lo que fuera el mito de la estabilidad en expansión han  muerto a manos del aparente anonimato de los mercados. Cierto es que no lamentamos el vacío dejado por el desmoronamiento de esta fábula, y tratándose de un producto sacrificado durante la gran purga emprendida por los agentes macroeconómicos, a quienes nunca perdonaremos la envergadura monstruosa de su ruindad, una instintiva petición de proporcionalidad apremia para que el abismo los engulla como espolones caducos de la patraña. No habrá chuletas para los hijos de los que bailaron con el canto de sirena de las clases medias. Tampoco habrá dignidad, pero no adolecerán su carencia porque ignorarán conceptos tan básicos como la soberanía; vegetarán prisioneros de simulaciones controladas más fáciles de aceptar que la angosta dimensión de la miseria y sólo acertarán a distinguir al amigo del matarife cuando sea demasiado tarde. Ante la perspectiva de ser conducidos al parque temático de la penitencia global, encontramos deliciosa la invitación a la guerra total. ¡Perfeccionemos la nada!

El horror no nos inhibe ni nos seduce. Estamos dispuestos a mirarlo de frente sin arrancarnos los ojos, y decididos a darle la espalda con la seguridad de que no lo añoraremos. Palabra de bandido. Por la potestad que nadie más que nosotros se disciplina a reconocernos, advertimos a los merodeadores que los seres bravíos no profesamos adhesión a ningún colectivo: poseemos la robustez necesaria para acertar o equivocarnos guiándonos según nuestras propias reglas, cuya maestría se adquiere practicando el rechazo de la acomodación a esa mansedumbre tan estimada por los mandobedientes, autómatas de todas las condiciones que por el gusto de la inercia o por la inercia de la autocompasión también han hecho de su asueto y de sus órganos reproductores instrumentos misioneros del achicamiento progresivo.

Oro en el cielo, sol en la tierra, ¡nos alzamos en el nombre de todos los dioses caídos! Puesto que somos mamíferos teófagos, con sus cenizas marcamos nuestro territorio forajido. No nos guardes el secreto.

1 jul 2013

CLASE CONTRA ORATES

Si en parte gracias a la acción desmitificadora de las ciencias que no temen examinarse a sí mismas tras haber flirteado tecnobiológicamente con el desafuero, pero sobre todo a consecuencia de los pogromos que, como el trance artúrico de Hitler, fueron catequizados por el racismo de inspiración rosenbergiana, hoy nos parece digno de repulsa por lo ridículo de su filosofía y escandaloso de sus efectos el concepto totémico de espíritu racial que fue, junto a su análogo comunista de conciencia de clase, uno de los gérmenes ideológicos que más fascinó a las masas e intelectuales durante el periodo comprendido entre el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del XX, sus inversiones semánticas presentan, sin embargo, una arcana e indisoluble capacidad de sugestión que resiste con vigor inusitado al desgaste triunfante de nuestra época: la raza del espíritu, la clase de conciencia, porque nadie podrá negar que existen razas a tenor de las pruebas espirituales superadas, y clases según los estados alcanzados por la conciencia despedazada del ser en el devenir que lo engulle.

15 may 2013

DE LOS FÓSILES MENTALES

A los derrotados desde dentro solo les queda voluntad para atormentarse: no permitas que te traten como a uno de ellos, tu ventaja es que aún no has dicho la última palabra.

Hay quienes ni por decreto reiterado de desventura llegan a captar que toda medida de reajuste económico obedece a una corrección de contenido ideológico que empieza por el maltrato laboral, prosigue con la desmotivación civil, inculpa con sarcasmo de la malversación a los colectivos que más la padecen y se propone el adoctrinamiento punitivo en la necesidad de una mayoría que, ruidosa o silenciosa, termina contaminándose moralmente por la exposición permanente a las campañas de intoxicación mediática. A esos agonizantes de credulidad que aplazan la sedición con la esperanza delirante de remontar el estado de necrosis social e incluso alegan causas de interés general para justificar, por activa y por pasiva, el sacrificio a los manijeros de turno, debemos recordarles que su silencio es cómplice, que su complicidad no los exime de pensar por sí mismos y que sin ellos (o contra ellos) nos sobran razones para armarnos de locura.

Si el caballo quiere, el jinete cae.

1 may 2013

SIN RENCORES

"Dadme un megatón y moveré el mundo".
Eva Hammer
La logia de los desterrados

Nos han educado para cebar el miedo en sus más vergonzosas facetas, reprimiendo las expresiones de cobardía en uno mismo en vez de aprender a transformar el vigor original que las anima en la forja de un carácter. Desde edad muy temprana se asume como un rasgo inmoral e indeseable objeto de castigo la capacidad de inspirar pánico, que aparece desestimada siempre que puede ser empleada en legítima repulsa. Hoy, Día del Siervo, los humillados y ofendidos por la hegemonía de los mezquinos podríamos habernos congregado en masas de encapuchados cuyo anonimato facilitaría atentar contra la autoridad sin temor a represalias concretas, liberando la carga de la responsabilidad individual en la euforia colectiva de una violencia bien conducida hacia un chivo expiatorio elegido según sus virtudes catárticas, cuales son las halladas en los capos del gobierno y de la banca, a la par que en el clero y la realeza al completo.

Cuando se ha dado más de lo necesario a quienes solo merecen desprecio; cuando se ha entendido al fin que la única opción honrosa es negarles el tributo que exigen sin haberlo ganado, toda la generosidad se reduce a corresponder cada gesto despótico con una hostilidad libre de rencores donde quepa, sin embargo, el ejercicio selectivo del horror en su función correctora, ejemplarizante. En franqueza, no aplaudimos el espectáculo de bajas pasiones que puede llegar a ofrecer el populacho rabioso, pero su furia desatada nos parece un síntoma inevitable bastante menos insoportable que la avidez incurable de sus líderes.

Puesto que la rebelión implica tácitamente una toma de conciencia seguida de voluntad de superación, en una granja no puede haberla, lo que allí prevalece por antonomasia es un estado de regresión que embrutece a sus cautivos generación tras generación. En consecuencia, con los artífices de la regresión social que ahora padecemos como un nuevo proyecto económico de granja no bastan los escraches: mejor sería hacer escabeches, que en última instancia servirían para demostrar mediante su refinada exhibición culinaria el potencial civilizador de los insurrectos... ¡Para que luego digan esos arribistas de la agitación, que con sus típicas aprensiones pacifistas nos consideran poco más o menos que bestias!

24 abr 2013

PLACEBOS

Reiteradamente burlado el poder transgresor de la imaginación por los mismos actores que en las redes sociales y otras plataformas mediáticas aparentan o incluso creen promoverlo, urge tomar decisiones drásticas que se traduzcan, más allá del ciberescaparate, en una lesión grave contra el régimen que nos tiene acorralados, en buena medida, por el engaño sobre el alcance de las fuerzas que declaran combatirlo. Al ser exageradas a uno y otro lado del espectro político, esas fuerzas discrepantes terminan siendo asumidas a nivel popular como portadoras naturales del cambio para desprestigio de visiones más valientes y beneficio último de las élites que, muy democráticamente, las ignoran. No es cuestión de cacumen, sino de observación. ¿Por qué se siguen organizando huelgas, manifestaciones y actos colectivos de protesta contra las ofensivas del gobierno cuando ha quedado patente que son técnicas inoperantes para impedirlas? Las ostentaciones gregarias del descontento, además de ser uno de los papeles asignados al sindicalista (cuyo plató predilecto son los despachos pero debe comparecer en fiestas señaladas ante su público), constituyen el coaching del indignado y, como tales, contribuyen a prolongar los circunloquios de un guión tácito que juega a favor de obra... de la escrita mediante decreto, por supuesto.

Si a la vista está que la lucha pacífica y visible no sirve para los fines que sus simpatizantes pretenden, es por el contrario idónea para ensayar la orquestación de las masas por parte de quienes están detrás de las principales convocatorias, y psicológicamente indispensable para tranquilizar la conciencia de los que participan en ella, que necesitan compatibilizar diariamente la frustración de sus empeños sin llegar a constatar la insignificancia de su voluntad. Los gobernantes, aunque molestos por los escraches y el escarnio merecido a pie de calle, raramente desdeñan las ventajas que les otorga exhibirse amenazados (el viejo disfraz de lobo con piel de cordero), razón de bulto para inventar la criminalidad de aquellos que los increpan sabiéndose satisfechos, en el fondo, porque la violencia no pasará del escándalo episódico de un happening que, una vez magnificado, producirá en los ciudadanos el efecto de una falsa impresión de importancia tan útil para incrementar su autoestima en la derrota como estéril para entorpecer el funcionamiento real del sistema.

18 mar 2013

POR UN MAGNO MULTICIDIO

Así como en ausencia de mejores torneos para el ánimo los vicios pueden ser un indicador fiable de su salud, y hallamos pruebas de robustez en las ganas de entregarse a la tentación cuya simple proximidad basta para poner en fuga a un enfermo con su tropel de gazmoñerías, la voluntad de beligerancia contra el opresor demuestra en el pueblo que la manifiesta un vigor que aún puede destacarse con acciones loables antes de pasar a la sentina de la historia. Para nosotros, nunca dejaron de sonar actuales los argumentos clásicos en favor del magnicidio expuestos por Juan de Mariana en De Rege et regis institutione:

“¿Hemos de consentir que un tirano veje y atormente a su capricho a nuestra patria, a la cual debemos más que a nuestros padres? Si no deja lugar alguno a la esperanza, debe empezarse por declarar públicamente que no se le reconoce como rey... y si fuera necesario y no hubiera otro modo posible de salvar la patria, matar al príncipe como enemigo público, con la autoridad legítima del derecho de defensa”.

Puesto que en los salones del poder los saqueadores de bienes y libertades ajenas proliferan en proporción directa a su red de alcantarillas, y resulta casi menos que imposible discernir entre tamaños indeseables al más odioso, no debería ser difícil hacer un ejercicio de liberalidad concediendo a todos los egregios candidatos a la repulsa la oportunidad única de ratificarse en la guillotina: si llegaron alto haciendo sangre, dando sangre han de caer. Ciertamente, no serviría de mucho, pero ese poco bastaría para exigirles el mismo respeto que ahora nos pierden.

7 feb 2013

IMBECILIDAD PARLAMENTARIA

Si “el sentimentalismo es el fracaso de la emoción” (Auden), el parlamentarismo es la derrota de la democracia y lo más parecido a darle gato por liebre al ciudadano después de pedirle la mano para tomarle el pie, la cartera y hasta el porvenir. A nosotros, que no somos demócratas sino plenarquistas, no nos ofende tanto que se siga engañando a la sociedad con un modelo inoperante de representación (a fin de cuentas, cada uno es responsable de su aquiescencia con la estafa), como que se pretenda consenso único e inamovible para gestionar el Estado, convertido en un feudo partidista exprimido por los caprichos de dos grandes tribus económicas que difieren sólo en las formas, nunca en lo esencial, y persiguen sus objetivos con desvergonzada mofa de las leyes que ellos mismos confeccionan para aplastarnos. La deficiencia de las élites rectoras se agrava con cada legislatura, y a la vista de todos está que no se puede ser políticamente liberal y éticamente conservador sin que resienta la capacidad de entender la naturaleza de los problemas reales y decrezca, en la misma proporción, la adaptabilidad a los retos con la inteligencia estabilizadora que requieren. Lo hemos comprobado hasta el oprobio con la prohibición en materia de drogas adoptada, salvo alguna excepción relativa, por todos los países democráticos: la represión sistemática ha puesto un comercio muy lucrativo, que antes de su excomunión era potencialmente inocuo, en manos de los caudillos del narco, quienes que a la sombra de los gobiernos favorecidos por la situación lo han convertido en una industria multinacional rentable sólo para una minoría e increíblemente dañina para los usuarios.

30 ene 2013

VUESTRO ESTADO, NUESTRA PRESA

Mientras haya usurpadores, mientras no sea nuestro, el Estado será el enemigo contra el que entrenarse cada día, pero así como embravecerse tonifica cuerpo y mente cuando se tiene un antagonista merecedor de tal nombre, la furia no debe cegarnos acerca de su verdadero valor: el problema no es el Estado en sí mismo, sino su odiosa subordinación a los gobiernos que sucesivamente lo explotan como una bestia insaciable al servicio de sus intereses particulares, entre los cuales está muy presente la destrucción de lo que somos para librarles de lo terribles que podemos ser.

Yerra el tiro quien condena de forma taxativa las funciones del Estado por las malas artes de quienes lo manejan. Para ilustrar esta objeción, pensad en lo absurdo que sería proceder del mismo modo calificando de perversidad al equipo de herramientas que emplea un mecánico indigno de confianza siempre que demuestra su impericia para reparar una avería o aprovecha la ocasión de una ventaja dando por legítimo el fraude de una labor que no ha hecho. El Estado es un instrumento polivalente dotado de infraestructuras que pueden organizarse bajo criterios de eficiencia pragmática o, en el peor de los casos, obedecer a veleidades ideológicas que lo conviertan en una factoría terrorífica; sería fácil impugnarlo reutilizando el argumento que nos lo presenta unido inseparablemente al desastre recurrente de intervenir como el medio de dominación predilecto para materializar las pretensiones autoritarias más detestables. El desafío no radica en cómo destruirlo, misión de lo que ya se encargan por codicia sus actuales legatarios y prestamistas. ¿No sería más lúcida, prometedora e, incluso, antes que estimulante necesaria la iniciativa de conquistarlo desde los cimientos a la cúpula, extirparle sin miramientos todo aquello que le sobra (como la sarna de la clase política) y reemplazar sus precarizantes sistemas de representación por órganos directos de gestión cooperativa que garanticen la participación de sus asociados tanto en la toma de decisiones como en sus inversiones?

7 ene 2013

CISMÁTICA

Nada valioso se concibe sin ruptura. El deber de un individuo cuyos puntos de vista sobre el mundo en vez de conducirlo al aplauso de sus congéneres lo alejan del pastiche humano, es volverse aún más radical.

Si lo normal es dejarse embaucar por un modelo prefabricado de felicidad, aceptamos ser acusados de farsantes por haber sobrevivido intactos, todavía, al asiduo enojo de nuestras herejías. Y en absoluto podemos negar que estemos hechos de un barro más puro que aquellos a quienes despreciamos. Puede, incluso, que estemos definitivamente equivocados, pero tenemos algo mejor que la razón de nuestra parte: tenemos el arte de ser más y menos que animales discordantes, tenemos la certeza indescriptible de ser unos monstruos que gustan de ver las cosas tal como son: tan insufribles, que sólo lo increíble puede tener éxito.

No estamos aquí no para que nos sigan, sino para que nos persigan.