9 oct 2013

ACTUALIDAD DE LA DESOBEDIENCIA

Consciente de las penalidades que acarrea la insumisión, comentaba Henry David Thoreau en su célebre ensayo sobre la desobediencia civil: "Si rechazo la autoridad del Estado cuando me presenta la factura de los impuestos, pronto se apoderará de lo mío y gastará mis bienes y nos hostigará interminablemente a mí y a mis hijos. Esto es duro. Esto hace que al hombre le sea imposible vivir con honradez y al mismo tiempo con comodidad en la vida material". Para sobrellevarlo, recomendaba "vivir independientemente sin depender más que de uno mismo, siempre dispuesto y preparado para volver a empezar y sin implicarse en muchos negocios", a lo que nosotros añadiríamos "convenientemente armado y entrenado, sea para repeler las presumibles agresiones por sorpresa, sea para inspirar al enemigo la conveniencia de negociar antes de emprender un ataque", pues cada día nos empujan hacia esa ruptura sin consenso ni conciliación en la que el individuo ha de valerse, en primer término, por lo que valen sus insobornables furias.

Cuando uno contribuye fiscalmente a su propio escarnio sabiendo que a cambio de esos servicios públicos que no recibe o se le restringen de forma alarmante paga por mantener los vicios privados de todos los gobernantes que no ha elegido, la objeción de conciencia contra la irresponsabilidad de las autoridades es el único camino coherente, aunque deba recorrerlo en solitario y sufra el acecho de los salteadores burocráticos, que tienen reconocida por ley la patente de corso ejecutiva contra la razón que con excelentes argumentos impugna a los poderosos señalando tanto la miseria de sus excesos como el desenfreno de sus faltas.

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