16 oct 2013

PANOPSICOSIS

Te cercenan, te observan, te succionan y te expelen; somos vectores biológicos, naturalezas mortecinas, trabajo de campo, repositorios reemplazables de energía. Que intervengan o no contra tus intereses privados hasta que el procesamiento pecuniario te convierta en un homínido residual ya no depende de si les gusta o les plantea problemas lo que haces con tu vida; el estándar establece que serás un objeto de deseo competente mientras puedas materializarte en el deseo de sus objetos. Pura obviedad.

De las tecnologías táctiles actuales pronto daremos el brinco —un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para el sistema— a una generación de dispositivos cibernéticos manejados por el usuario con el pensamiento, que quedará alineado con la máquina por adaptación. La inteligencia artificial penetrará en la natural, a la que terminará fosilizando por suplantación, y casi todos, ricos y pobres, querrán asimilar la experiencia por el despliegue de magníficas prestaciones conseguidas, para no sentirse involucionados respecto al vecino o por el hábito de gestionar en un adminículo portátil hipereficiente lo que no se atreven a confíar a su cerebro. Con ello, la humanidad correrá anhelante desde el presente estado panóptico mundial, al que empieza a estar habituada, al acoplamiento encefálico teledirigido. Despidámonos de las membranas cognitivas que solo podía horadar el bombardeo subliminal: el acceso a los contenidos mentales del sujeto y la programación remota de los  mismos serán funciones integradas.

Creemos que nuestra especie no merece someterse al mal gusto de ser lobotomizada en aras de su proyección hacia una perpetuidad modulable según el capricho ordenador de la élite. Para nosotros, que carecemos de importancia pero estamos dispuestos a demostrar que más vale ser objetivo que cobaya, la grandeza del bípedo desplumado reside en su capacidad para resetearse o desaparecer con elegancia, tal como surgió del fango, sin dejar huella...

2 comentarios:

  1. Dejemos de reproducirnos como dádiva hacia el resto de hijos condenados: los que ya estamos.

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  2. ¡Excelente síntesis!

    Disculpa la demora en publicar el comentario, hemos estado un tanto fragmentados...

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