14 feb 2014

VÍA CRUCIS

Siempre que se lucha contra el terrorismo se cometen atentados contra las libertades civiles. En ausencia de subrepticios focos de herejes que perseguir, cualquiera puede ser sospechoso de una actividad subversiva, sometido a vigilancia sistémica sin la caridad del previo aviso y privado de lo esencial cuando se ejecuta la confiscación de sus bienes, tanto de los materiales como de aquellos que nunca se recuperan: así son las bondades de la democracia.

Los actos delictivos que puedan llegar a protagonizar los designados como terroristas son secundarios, lo importante es que la construcción de una amenaza en torno a este fenómeno, ilusorio o real, facilita el mecanismo de legitimación que permite al Estado movilizar de forma anónima un gran mal para combatir uno menor o incluso inexistente, pero debidamente identificado con cada uno de los gobernados que se atreven a disidir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario