8 dic 2014

PÁRATE

Parado, párate ya. Pero de verdad. Toma tu metro cuadrado en la calle más céntrica, a la vista de todos, y ocúpalo tanto tiempo como puedas desocuparte de otras cosas. No interrumpas por interrumpir a los transeúntes ni sirvas de obstáculo deliberado a la actividad comercial: tu presencia en firme será sobrada molestia para sacudir a los ajetreados que aún se creen afortunados y a cuantos voltean la cabeza cuando una realidad incómoda les sale al paso.

Parado, párate sin que te importe la vergüenza que te ha crecido en la intimidad, se trata de una carga que no te corresponde asumir, ¡devuélvela al mundo! No permitas que la humillación a la que te ha empujado el actual régimen laboral se transforme en autocompasión. Abandona de una vez las sombras donde te escondes, tu fuerza radica en la visibilidad que el Estado teme encontrar materializada fuera de los cuentos y recuentos institucionales sobre la población que ha sido expulsada de las vías legales para obtener ingresos.

Parado, párate a la luz, que también te pertenece, y deja a las tinieblas fermentar el mal genio que quiere salir de tu oscuridad...

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